Un eventual gobierno de Keiko Fujimori nos retrocedería a los noventa, no sólo porque todos sabemos que su padre el condenado Alberto Fujimori es el jefe de la mafia que hoy se hace llamar "Fuerza 2011" y dirige su proyecto de retoma del poder desde su celda de la DIROES, sino también porque el explícito apoyo de los grandes grupos mediáticos que representan el gran capital, ponen en evidencia que esperan volver a tener los privilegios y "distracciones" de los entes reguladores que les permitieron obscenas ganancias durante el fujimorato.

El viejo proyecto de "reflotar al Perú" para dilapidarlo del Alberto Fujimori de "Cambio 90" vuelve, con Keiko Sofía heredera no solo de la fortuna que hoy sirve para financiar su campaña, sino también con la comparsa que rodeó a su padre, con una nueva estrategia muy bien afinada para entronizarse en el poder al mas puro estilo de los imperios del lejano oriente.

No me cabe duda, que una vez en el poder, el fujimorato II será aún mas "generoso" con su clientelismo, un ejemplo ha sido esta campaña electoral en la que no han escatimado recursos en regalos que iban desde camisetas y gorras hasta electrodomésticos y mototaxis en las zonas populares de todo el Perú, con tal de ganar el voto del peruano mas pobre, visto esto, me pregunto, ¿cuántos puntos del PBI estarán dispuesto a dilapidar con tal de ganar las siguientes elecciones hasta conseguir que Kenyi Fujimori sea presidente en el 2016? y ¿cuanto estarán dispuestos a gastar para comprar las lineas editoriales de los medios de comunicación y la simpatías de los grandes inversionistas internacionales?. Adiós a libertad de expresión y adiós defensa de los derechos laborales y de los consumidores, estaremos en el imperio de los grandes empresarios.

En el fujimorato II tendremos a un Rafael Rey, heredero del franquismo mas puro como vice presidente imponiendo a todos los peruanos su agenda por Opus Dei, dirigiendo sus baterías a los defensores de esa cojudez que llaman "derechos humanos".

Por el otro lado tenemos a un Ollanta Humala, golpista, admirador y amigo de golpistas, un militar de carrera, para quien las órdenes de cumplen de dudas ni murmuraciones, en cuya familia se bebió y comió lo que ellos llaman el "etnocacerimo" que no es otra cosa que un proyecto de revancha política contra todo lo que ellos consideran "blanco/criollo/pituco" una élite a la que hay que eliminar, para reivindicar al indígena, al cobrizo.

Porque como en ninguna otra elección el Comandante Humala ha vendido un proyecto racista, de odio hacia el "blanquito/pituquito" y esto es fácil de comprobar, basta con conversar con los taxistas y vendedores de los mercados, para sentir que esta es la oportunidad que esperan los peruanos de origen andino para darle su merecido a quienes los denigran y los segregan desde hace cinco siglos. No hay que ser un sociólogo que desde su escritorio "investiga" y publica sus conclusiones como un sumo pontífice para darse cuenta de esto, basta salir a la calle, si, a la calle, nada mas.

Y Keiko no es ajena a este fenómeno, la gente del ande la reconoce a ella, precisamente por sus rasgos orientales  como "no blanca", "no criolla", "no pituca", lo que la convierte en el perfecto "Caballo de Troya" para los intereses del gran capital que en realidad representa.

Humala también (en un probable gobierno) estará cinco años en campaña, esperando que ¿Nadine? sea Presidenta en 2016 y también meterá mano a las reservas para consolidar su sucesión, una campaña de compra de votos que le puede costar al país su estabilidad y crecimiento económico.

Dos candidatos con una chatura intelectual digna del militarismo y pituqueria más frívola e ignorante, que en su vida han abierto un libro, que no sea un texto para aprobar un curso del colegio o de la universidad.

Dos candidatos que no me los imagino recorriendo un museo o un teatro, que no me los imagino ni siquiera viendo un documental de ciencia en el Discovery Channel.

Por otro lado, a pesar del respeto y eterna admiración a nuestro Nobel Mario Vargas Llosa, me permito discrepar con él en su apoyo al Comandante Humala, aunque a decir verdad en su discurso de apoyo en video, lo noté desencajado, como quien tiene que aceptar el diagnóstico de un médico que le informa que tiene una enfermedad grave y no le queda otra cosa que someterse a un tratamiento que "probablemente podría" salvarle la vida. (Si, así en condicional)

La campaña de demolición contra Susana Villarán (por quién no voté en las últimas municipales y sin embargo a la que apruebo en su gestión como alcaldesa  hasta hoy) es sólo un ejemplo de lo que pasará en los próximos años en el Perú, gane quien gane, esto será como en los peores tiempos del franquismo en la España del siglo XX y que hasta hoy sobreviven resentimientos y odios  o como en el Chile post Pinochet, en la que cada elección se reabren las profundas heridas dejadas por violenta intolerancia entre extrema derecha y extrema izquierda.

Por todo lo expuesto, no estoy en condiciones de dar mi voto a ninguno de los candidatos en disputa, me reservo mi derecho de votar viciado, como premonición de lo que será el Perú de los próximos años, un país viciado.

La cereza el pastel ha sido la actitud de Canal N de no trasmitir en vivo y en directo el juramento de respeto al estado de derecho protagonizado por Humala  y las absurdas explicaciones de Fabricio Aguilar, esta vez reemplazaron el "chavo del ocho" de la reelección del Fujimori del 2000 por las "reinas de pop". Una muestra mas que en este país el mérito que tienes que hacer para trabajar en una empresa "top" no es ser un profesional con ética, capacidad y respeto por si mismo, sino un "chiceñó" genuflexo e incondicional al servicio de los bolsillos de los jefes de turno con la franela en la mano, siempre lista.

Y para colmo de colmos, los candidatos anuncian un "debate presidencial" sin tocar temas de derechos humanos ni lucha contra la corrupción.